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El Hematocrítico: "De pequeño me castigaban por hacer chistes"

Libros
17 noviembre, 2021

Cualquiera podría llamarse Miguel López, por eso él decidió apodarse El Hematocrítico. Un seudónimo heredado de proyectos anteriores que, impreso sobre la portada de un libro, nos advierte de que en el interior hay risas aseguradas. El humor es su seña de identidad porque Miguel López es un maestro que se ríe del mundo y se toma muy en serio su trabajo.

Apasionado de las historias desde bien pequeño, ahora escribe libros infantiles en los que le da la vuelta a los cuentos tradicionales como en Feliz Feroz o Menudo Cabritillo (Anaya), relata las desventuras de un niño del siglo XXI en la serie de Max Burbuja o invita en sus Cuadernitos de Escritura Divertida (Blackie Books) a redactar la entrevista a un piojo o narrar la noticia del bebé que ha ganado el Premio Nobel.

Ahora acaba de sacar una serie para los más peques (de 2 a 5 años) bajo el título de Hematitos, también de Anaya. De la mano de esta editorial, este jueves 18 de noviembre estará a las 18 horas en la Librería Galatea (Sierra Pambley, 1) para compartir su divertida mirada con sus lectores.

¿Qué respondes si algún niño te pregunta por qué te llamas El Hematocrítico?

Me cuesta mucho responder, pero lo que suelo contar en los colegios, que en parte es verdad, es que me llamo Miguel López y que necesitaba un seudónimo para que me encontraran en internet con más facilidad. Esto es real porque en 2006 me abrí un blog y no quería que se llamara Miguel López. Le puse este nombre, lo que no sabía es que me iba a perseguir el resto de mis días.

Si hubieras sabido que ibas a tener tanto éxito, ¿te lo habrías pensado mejor?

Claro, pero a lo mejor no habría tenido tanto éxito… estas cosas son así, yo qué sé. De hecho, yo era conocido por El Hematocrítico de Arte y otros proyectos y cuando publiqué mi primer libro infantil tuve dudas de si firmar así o con otro nombre. Al final terminé cogiéndole cariño; ahora mis amigos ya me llaman Hemato así que estamos dentro.

¿Tú consideras que tienes éxito? ¿Estás contento con lo que has logrado?

Sí, me siento bastante ralizado porque me puedo permitir estar en excedencia en mi empleo de maestro para dedicarme a la literatura infantil y otros proyectos. También soy guionista y me están saliendo oportunidades con las que no habría podido soñar hace unos años. Me siento muy satisfecho, querido por los lectores y solicitado por las editoriales.

¿Cuál es el libro del que te sientes más orgulloso o al que más cariño tienes?

Creo que Feliz Feroz, publicado en Anaya e ilustrado por Alberto Váquez, porque fue mi primer libro infantil. Fue un libro que nació de cara, nos dieron premios internacionales, entró en el plan lector de Anaya, nos compraron los derechos en otros países… El hecho de arrancar tan bien me sirvió para enfocarme.

¿Cómo eras de pequeño en el colegio?

Hablaba mucho… muchísimo. Hacía muchos chistes y me castigaban un montón por eso. Era un estudiante muy malo, terrible, y muy inquieto. Pero me gustaba escribir, de hecho, aunque suspendía y me metía en bastantes líos, dos de mis profesores sí me animaban a escribir y me encargaban las obras de teatro del colegio. Es algo que valoro mucho de ellos, que, a pesar de la brasa que les daba, me animaban porque vieron que era algo que se me daba bien y me gustaba.

¿Siempre tuviste claro que había otra forma de enseñar más divertida?

Yo lo que siempre tuve claro fue quién era yo. Nunca dejé de ser ese niño pesado, bromista y que veía las cosas divertidas del mundo, así que era algo que me salía espontáneamente cuando empecé a dar clase. Me salía contar cuentos divertidos, hacer bromas, ser cariñoso con ellos y me interesaba mucho por las historias que ellos me contaban porque soy muy curioso. Nunca tuve la sensación de haber hecho una transición de alumno a maestro. Fue una continuación porque me siento muy conectado con mi niño del pasado y disfruto mucho en el aula.

La burocracia, la ratio, las exigencias… ¿Se puede a pesar de todo eso?

Todo eso puede machacar a cualquiera, hasta a mí que tengo un espíritu muy arriba. Es duro mantenerse de buen humor pero es importante hacer el esfuerzo porque las niñas y los niños no tienen la culpa de lo que te piden los inspectores, de las programaciones, las reuniones y todas esas cosas.

Volvamos a tus libros, todos son muy divertidos, hechos para pasarlo bien y disfrutar.

Eso pretendo. No me siento obligado a que mis libros tengan una carga didáctica por el hecho de ser libros infantiles, considero que son cosas que pueden estar separadas. Hay espacio para libros como los míos en los que intento que los lectores disfruten leyendo, se lo pasen bien y se diviertan.

Es una buena forma de entrar en la lectura

Desde luego, es la forma en la que descubren que un libro no es otra cosa más que está intentado darles una lección sino que es un objeto con el que te lo puedes pasar bien.

¿Estamos los padres demasiado tensos?

Desde luego. Pienso que hay un nivel de autoexigencia muy grande en la crianza. Hay una presión por formar hijos e hijas buenos en idiomas, en deportes, que disfruten la naturaleza, hagan música, sean creativos artísticamente, sean sensibles y también fuertes… Hay una presión para hacer las mejores manualidades o estar en las mejores extraescolares que me parece poco sana porque el efecto que tiene eso es que hay un exceso de programación en la vida del niño. Y luego que ha habido un cambio de rol muy grande, ahora todo está enfocado en los niños, parece que todo es un parque temático para ellos: el fin de semana, las vacaciones, todo está enfocado a experiencias extraordinarias. Creo que deberíamos parar un momento, pensar qué significa esto y pensar que quizá merecemos una educación más tranquila.

¿Y cómo eres tu como padre de dos niñas de 8 y 4 años?

Creo que como en el resto de aspectos. Los padres tenemos la ventaja de que a la hora de hacer bromas está bien que sean malas porque ese es un poco el papel de los padres, contar chistes chungos, pero intento ser un padre empático, implicado, presente y tener una buena relación con ellas.

¿Qué personaje infantil quieres reivindicar?

Le tengo mucho cariño al Pequeño Nicolás. Yo de pequeño no leía mucha literatura infantil, leía sobre todo cómics, Don Mickey, Los Pitufos, luego Mortadelo y Filemón y ya pasé a los súper héroes. En el Círculo de Lectores vi la colección del Pequeño Nicolás y me pareció muy atractiva. Me quedé atrapado con esos libros, eran divertidísimos e influyeron mucho en mi sentido del humor y en mi manera de ver el mundo del niño.

¿Hay algún personaje actual que no soportes?

Intento ser bastante respetuoso con eso. Por ejemplo, a mí no me gusta nada la La Patrulla Canina, me parece que es un producto por debajo de la calidad de otros productos para ese espectro de edad, pero a mis hijas en algún momento les gustó mucho y evidentemente tiene cosas buenas. Cuando hicimos el segundo cuento infantil, Agente Ricitos, elegí a Ricitos de Oro de protagonista porque era un personaje al que siempre había tenido manía, tan moñas, entrando en la casa y cotillenado todo… así que me puse a darle una vuelta y convertirla en otra cosa. Eso me gustó. Luego si que hay historias que me parecen tremendas como el cuento de La Princesa y el Guisante, ahí todo lo que se cuenta está mal, pero también me gusta contarlo para explicar por qué está tan mal.

Eso de darle la vuelta es lo que invitas a hacer en tus Cuadernitos de Escritura Divertida, donde les planteas propuestas novedosas para ellos.

Sí, algo con chispa. Esos cuadernos están inspirados en un trabajo que hice yo en mi colegio cuando era tutor de tercero de Primaria y descubrí que respondían mejor y todos lo pasábamos mejor si las actividades eran más sorprendentes, si no se las esperaban.

Muchas gracias por todo Miguel. Antes de terminar, una última cosa. ¿Eras más de Coyote o de Correcaminos?

Te diré que esos personajes en mi casa son los números uno. No hay nada que nos guste más ver que los Looney Tunes y, sobre todo, al Coyote y al Correcaminos. Yo me identificaba más con el Coyote, claro, no creo que haya nadie que se pueda identificar con el Correcaminos. ¿Quién tendrías que ser para identificarte con el Correcaminos? Cristiano Ronaldo, igual… el resto somos todos unos coyotes, aunque de vez en cuando nos comemos a un correcaminos.