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La Psicomami: "Si no llamamos a las partes del cuerpo por su nombre, les transmitimos que ahí hay algo raro"

Entrevistas
06 abril, 2021

Mamen Jiménez es La Psicomami. Psicóloga, sexóloga, terapeuta de pareja y también ilustradora. Utiliza las redes sociales y su blog para divulgar con arte y salero y además ha escrito cuatro libros. Amor con ojeras (Lunwerg, 2016), Gustirrinín (Ed. Minis, 2018), 50 sombras de mami (Lunwerg, 2019) y el que se acaba de publicar, Yo te lo explico (Ed. Oberon), una guía sobre qué cuándo, cómo y dónde hablar de ‘eso’ con tu peque. A través de videollamada charlamos con ella sobre educación sexual, tabús y miedos. 

¿Veías la necesidad de publicar un libro así?

Sí, después de escribir un artículo en la web bebesymas sobre sexualidad en preescolar que funcionó súper bien, empecé a dar talleres. Tenían una acogida brutal y la verdad es que los padres salían muy tranquilos después de tener la información. Por eso pensaba que sería bueno tener un manual que recogiera todo. En el mercado ya hay algunos, pero o bien están más dirigidos a profesionales o son muy serios en un sentido técnico. Yo soy una firme defensora de que la divulgación entra mejor con un humor y a este, al ser un tema delicado, había que darle un enfoque divertido para vencer todas esas reticencias que tenemos.

Pero, ¿de verdad todavía nos cuesta hablar de esto?

Mucho. Nos creemos que, como todo está hipersexualizado, hablamos de sexualidad, pero no es así. El sexo está muy presente pero sigue siendo tabú y sigue dando mucha cosa hablarlo con los peques precisamente porque tenemos esa noción de sexualidad adulta con erotismo de la que nos parece impensable hablar con ellos. Pero la sexualidad infantil es otra cosa. Es exploración, y es un área del desarrollo más, igual que lo es el cognitivo o el emocional. Si les educamos en la alimentación o en cómo circular como un peatón, ¿cómo no vamos a educarles en esto? Todavía existe miedo a dar más información de la cuenta, a dar ideas, a que hablar de esto incentive algún comportamiento en los peques, por eso la primera parte va del libro precisamente aclara qué es la sexualidad infantil, muy diferente al sexo adulto.

¿Ese miedo procede del desconocimiento? ¿Tienen los padres y las madres, a pesar de ser adultos y tener una vida sexual con recorrido, lagunas sobre su propia sexualidad?

Totalmente. Y por eso he incluido un capítulo de anatomía para que miremos a ver cómo es nuestro cuerpo. Yo me encuentro muchas mujeres que han tenido hijos y no se han visto nunca los genitales. Los hombres los tienen más visibles y más explorados porque socialmente también se les ha permitido esa exploración, pero a las mujeres no. En general, quienes son padres y madres ahora se han creado en un mundo más sexualizado pero no necesariamente con una educación afectivo-sexual en casa.

La vulva y el pene. Las cosas por su nombre. ¿Por qué es esto tan importante?

Primero, porque al no hacerlo les transmitimos a los peques que ahí hay algo raro. Porque a la boca le llamamos boca y al hombro, hombro. Entonces, ¿por qué no vulva, que es su nombre? Luego, en un tema tan delicado como es la protección de abusos, precisamente conocer las partes de su cuerpo es empoderar al niño. Si conoce su cuerpo y sabe sus partes, lo siente más suyo, no es algo secreto de lo que no se habla en casa. Si se llega a producir un abuso, que la mayoría se produce en el seno familiar, a la hora de que el peque exprese lo que ha ocurrido, será más fácil para él si conoce sus partes. Se pueden utilizar motes graciosos… pero igual que le llamas ‘mi tesoro’ y no dejas de llamarle Guillermo. Pues esto es igual. Se le puede llamar pepe, toto o lo que quieras, pero tiene que saber que es la vulva. Nos resulta una palabra árida porque la utilizamos poco, pero en el momento en que la normalizas deja de parecer rara.

¿Qué pasa si unos padres deciden no dar una educación sexual?

El asunto es que al decidir no darla, la están dando. Es la gran trampa. Cuando tú decides no hablar de algo estás transmitiendo un mensaje, estás diciendo precisamente que de eso no se habla y entonces el peque empieza a leer entre líneas, a sacar información de esa no comunicación que estamos teniendo del tema. Los estudios demuestran que no hablar de ello no solo no les protege sino que les expone al peligro y tienen una peor relación con su cuerpo porque tampoco se habla de los cambios que llegan con la pubertad. Esto es obviar toda una parte del desarrollo, pero además es transmitirle que es algo secreto. Y, ¿qué pasa? ¿Van a tener menos conductas? No, lo van a hacer igual pero desde el miedo, con menos información y muchas veces con sentimiento de culpa. Ojito con no dar información porque la estamos dando.

Además los peques viven en un mundo en el que están expuestos a otra información, no los tenemos en plástico de burbujas en casa. Por mucho que controles en tu casa, un día está con un amigo y puede ver algo en internet. Entonces, ¿Cuál es el papel de los padres? ¿Protegerles y que no estén expuestos? Eso es imposible. El papel de los padres es aportar la información de calidad para que puedan contrastar y darles herramientas para que tengan espíritu crítico. Y esto hay que hacerlo desde siempre. Si esperamos a los 16 años, no se van a sentir cómodos con el tema y llegaremos tarde.

Durante todo el libro insistes en que seamos un lugar seguro al que volver a preguntar.

Sí, y para eso hay que responder siempre. Aunque nuestra respuesta sea un ‘no lo sé’, o ‘no sé qué decirte ahora, vamos a buscar juntos la información’ o ‘no me siento cómoda con esto, háblalo con papá’. Pero lo que no podemos es eludir el tema.

Tradicionalmente la escasa educación sexual ha estado basada en el miedo, sobre todo de las mujeres, en la prevención del embarazo, en la culpa. ¿Cómo se puede advertir de los riesgos sin transmitir tantos miedos?

Empezando ayer. Transmitiéndoles que su cuerpo es suyo, que nadie lo puede tocar y que él tampoco puede hacerlo sin consentimiento. Explicándole que el sexo es algo que hacemos los adultos, que es una forma de demostrar los afectos y que se hace con unas reglas. Si sembramos desde peques, van naturalizando lo que es la sexualidad y el día que tengan sexo sabrán que ahí hay que poner un preservativo. Si no tienen información surgen problemas. Yo he visto, desgraciadamente, a una niña de 12 años que se quedó embarazada porque pensaba que la primera vez que lo haces no te quedas. ¿Cómo no vamos a hablarles de esto? Si no entienden su cuerpo, los genitales del otro y el proceso, están perdidos.

En este mundo hipersexualizado en el que vivimos, a los niños no les contamos determinadas cosas pero les hacemos preguntas del tipo ‘¿tienes novio?’, que comentas en el libro. ¿Qué pasa con esta pregunta?

Que, por favor, no se la hagamos más. Son peques, déjalos. Ellos establecen sus vínculos, hablan de que tienen novia o se van a casar con papá porque tienen un sentido del amor pequeño, ellos lo que sienten es una vinculación especial con otra persona y ven que los adultos a eso lo llamamos ser novios y lo dicen. Pero si un adulto le pregunta a un niño que si tiene novia, les estamos licitando y estamos haciendo ver que es normal que se planteen con siete, ocho o 10 años tener una relación de pareja. Venga, por favor. No. Además, sucede que casi siempre esta pregunta se hace desde una perspectiva heterosexual. Con buena intención se le dice ‘ay con lo guapo que eres, vas a tener un montón de chicas a tu alrededor’. Si ese peque resulta que es homosexual, luego se sentirá mal porque es algo que en su casa no está contemplado porque lo que siempre le han dicho es que tenía que tener novia.

En la parte más fea del libro, la de los abusos sexuales, haces una diferenciación muy importante entre secreto y sorpresa. ¿Por qué?

Utilizamos mucho el secreto, con la mejor de las intenciones, como algo positivo pero es un alma de doble filo porque alguien que quiera abusar de ellos va a utilizar esa palabra y eso no puede ser. Siempre tiene que haber una red de seguridad de dos, tres o cuatro adultos con los que hayamos pactado que no hay secretos. Lo que sí podemos trabajar es el elemento sorpresa, que es algo que no se cuenta hasta que se desvela y que es positivo. Un secreto, sin embargo, es algo que puede ser bueno o malo y solo se queda entre dos personas. Cuidado con los secretos y a tope con las sorpresas que son mucho más bonitas.

En el libro das un dato de que las estadísticas señalan que los niños y niñas teinen que contarle hasta a tres personas que les ha sucedido algo antes de que alguno de esos adultos haga algo al respecto. ¿Qué pasa? ¿Queremos pensar que no ha ocurrido?

Es duro, ¿eh? Pero pasa eso. Enlazo con lo de la vulva que hablábamos antes. Si el lenguaje no es preciso no siempre se identifica. Y enlazo con otro tema fundamental, a veces nosotros mismos les obligamos a hacer cosas que no quieren con su cuerpo y estoy hablando de los besos y los abrazos a personas a las que no quieren dárselos. Por eso, muchas veces das credibilidad al adulto frente a lo que crees que es una fabulación del peque. Si hay algo que tenemos que tatuarnos de este libro es que si tu peque te dice que ha pasado algo, dale credibilidad desde el minuto uno y empieza a investigar. Que luego es que no, te vas a llevar el alivio de tu vida y será una oportunidad estupenda para hablar con tu peque y aclarar determinados conceptos, pero hay que creerle siempre y estar alerta.

Hay niños que se topan con material pornográfico a los nueve años. ¿Cómo actuamos en el momento que sabemos que lo han visto?

El problema del porno es que no tiene contexto ninguno y, como la erótica es adulta, ellos no entienden lo que están viendo. Si ha sucedido y nos lo cuenta, no podemos ni regañar, fiscalizar, ridiculizar o hacer algo negativo porque si no la siguiente vez no te lo va a contar. Hay que preguntarle qué ha visto y aguantar el chaparrón porque cuesta oír determinadas cosas. Y hay que aportarle ese contexto. Que el porno es una industria que hace películas, igual que hacen Fast&Furious y Transformers. Son actores, están interpretando un papel, hay un director, se corta. Y todo esto se hace para que otros adultos lo vean, tengan excitación y disfruten. ¿Qué pasa con estos niños que están expuestos a porno y no tienen esa información de los padres? Que normalizan que eso que están viendo en el porno es sexo de verdad y que tiene que ser así. ¿Y qué sucede luego? Que tenemos niños con 18 años sin deseo sexual, con disfunción eréctil, adultos que consideran que tienen eyaculaciones precoces porque sus referentes están en el porno y consideran que tienen que durar más. Es un desastre.

¿Adolescentes sin deseo? ¿Porque la realidad no les satisface?

Y por habituación. Si yo he empezado con 12 años a ver porno he empezado con un nivel de estimulación altísimo. Cuando la educación sexual es el porno, se tiene como un objeto de consumo. Tengo que hacer sexo porque es lo que toca, y además tengo que hacerlo con dos tías a la vez porque eso es guay, y además tengo que eyacular en el hombro de ella porque es lo que toca. Y empiezan a hacer check, check, check… y con 18 años han probado y reprobado sin un contexto, sin disfrute, sin esa exploración saludable, sin ese disfruto no solo con mi placer sino con el de la otra persona. Es una sexualidad pobre, pobre, pobre. Y eso se traduce en problemas.

Comentas que este libro es hasta el inicio de la pubertad porque todos los cambios que se producen entonces darían para otro libro o una colección, incluso. ¿Te animas?

Tengo que decir que me llena de orgullo que muchas madres me han dicho que no las deje solas en la siguiente etapa. La verdad es que ahora mismo no me planteo escribir ni la lista de la compra porque necesito vacaciones y yo soy muy exigente conmigo misma, lo que abordo, quiero abordarlo muy bien. Si le meto mano a la adolescencia será porque tengo tiempo para hacerlo en las mejores condiciones pero sí que me apetece, claro. A mí todo lo que sea divulgación sexual y que ayude, aunque sea a que en una familia que no se hablaba del tema, ya se hable, ya estoy contenta. Que soy madre, y quiero un mundo mejor para mis peques.