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Halloween... ¿pero qué estamos celebrando?

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19 octubre, 2020

(Artículo publicado en octubre de 2019)

Ya tenemos Halloween aquí y a la mayoría de menudos emocionados con disfrazarse. Entre los adultos las opiniones suelen estar más divididas. Están los que se indignan ante el hecho de que una fiesta llegada de fuera haya triunfado más que las tradiciones de casa, quienes consideran la fiesta una banalización del Día de los Santos, los que todavía no saben de qué va esto pero si hay que vaciar una calabaza y meterle una vela se hace -todo sea por los niños- quienes se han comido sus palabras y tienen la casa llena de telarañas y los que, oye, no dicen que no a una fiesta, que todo lo que sea celebrar, bienvenido sea. Pero, ¿qué estamos celebrando exactamente? Hemos querido conocer un poco más esta fiesta y descubrir cómo y por qué ha entrado en poco tiempo con tanta fuerza en nuestro país. Para ello hemos hablado con Courtnee, una profesora de Massachusetts, que da clase en León de Secundaria y es mamá de dos peques. Nos ha contado qué significa para ella esta fiesta, cómo suele celebrarlo y cómo ha visto ella la evolución aquí, donde lleva vivido 13 años.

Hay que recordar que Halloween (de all Hallow’s Eve) es una fiesta que tiene origen pagano en la tradición celta. En ella se festejaba el final del verano y las cosechas -de ahí las calabazas- con las que se llenaban las despensas y se daba la bienvenida al año nuevo celta, que coincidía con el solsticio de otoño. Desde Irlanda viajó hasta Estados Unidos y desde allí se difundió al mundo, en buena parte, a través de las películas. La globalización, las redes sociales e incluso el método bilingüe implantado en buena parte de los colegios dieron el impulso definitivo a que la fiesta se instalase por aquí. Courtnee no tiene claro cómo llegó, pero lo que sí sabe es que cuando ella aterrizó en España hace poco más de una década apenas encontraba nada para decorar su casa y mantener su tradición mientras que ahora no tiene más que pasarse por la tienda más cercana para salir con las bolsas llenas.

En la tradición celta se tenía la creencia de que esa noche los muertos regresaban a visitar el mundo de los mortales. Por eso, se les dejaba en el exterior de las casas algo que llevarse a la boca como ofrenda y velas para ayudarles a orientarse de nuevo en el camino hacia la luz. Más adelante la fiesta, como muchas otras, se fue cristianizando.

Aquí en León en los últimos años se han retomado algunas tradiciones similares que se tenían tanto en León, Zamora o Salamanca, como es el caso de La Güeste, que se celebra en Riaño o Villalfeide. Se recrea una procesión espectral de ánimas en pena, ataviadas con mortaja blanca o negra, que en las noches del mes de los santos, recorrían los caminos, saliendo de cementerios o iglesias, para reprochar a los vivos faltas o errores cometidos, anunciar la muerte o cumplir una pena impuesta en el más allá, buscando la redención de sus pecados.

Courtnee reconoce que en Estados Unidos no se utiliza el día para recordar a los difuntos y que básicamente es una fiesta. Además, explica que para ellos es como nuestro Carnaval, por lo que los disfraces que eligen son muy variados y no todos relacionados con el terror, algo que aquí le choca porque se limitan a esqueletos, brujas, vampiros, fantasmas, sangre… «Allí los niños se disfrazan de sus personajes favoritos, de animales, princesas superhéroes… o de cualquier otro traje que les guste, pero no está tan centrados en los disfraces de miedo como aquí», asegura. De todos modos, explica que también en Estados Unidos en los últimos años han triunfado los disfraces relacionados con la muerte influidos también por la fiesta de los muertos de México. «En este caso han influido las clases de español, que allí son impartidas por sudamericanos y también el éxito de la película de animación Coco», explica.

En Estados Unidos los preparativos de la fiesta, según cuenta, comienzan ya en agosto, e incluso hay lugares a los que acudir a elegir calabazas en el propio campo, muy al estilo de la visita para escoger pino de Navidad. Las casas se decoran con esmero y algunos colegios o casas particulares se convierten la noche del 31 en casas del terror a las que se puede acceder a cambio de una entrada. En las fiestas de Halloween infantiles que se organizan esos días no suelen faltar los juegos de coger manzanas en un barril o comer un donut colgado de una cuerda, escenas que todos hemos visto alguna vez en las películas. Los niños suelen salir por las urbanizaciones a hacer la ronda en busca de chuches, siempre acompañados de algún adulto. Ese día las urbanizaciones apagan las luces y solo se mantienen encendidas las farolas de cada casa que está dispuesta a recibir visita. Es entonces cuando llaman a la puerta y dicen aquello de trick or treat, que en español suele traducirse como truco o trato al que estamos acostumbrados, pero que a día de hoy no es más que una contraseña para recibir los dulces. Nos explica Courtnee que en los últimos años se ha popularizado por allí también el trick or trunk, que se trata de reunirse en un parking grande de algún centro comercial y que los niños hagan el recorrido por los coches que allí aparcan y que tienen los maleteros totalmente decorados.

Courtnee ya tiene su casa preparada y ha vaciado las calabazas que adquirió en un supermercado donde tuvo que esperar al segundo pedido porque en solo unas horas se quedaron sin ellas. Reconoce que todavía le sigue sorprendiendo el éxito de esta fiesta. Ya es raro ver escaparates in adornos y en estos días sin cole se multiplica la oferta de conciliación con el apellido terrorífico. Ludotecas inspiradas en Halloween, talleres, fiestas… Está claro que ha llegado para quedarse.